viernes, marzo 31, 2006

El triángulo y su eco

El triángulo y su eco
FREDERIC AMAT

EL PAÍS - 20-03-2006

Hubo un tiempo en el cual, detrás del telón de sus montañas, Cataluña era
reconocida por el eco de su cultura en el escenario internacional.

Esta irradiación de la identidad colectiva catalana se debió a la intensidad
creativa de unos pocos astros que fuera de toda cobertura institucional y de
la tutela de una política cultural, consiguieron la recepción y admiración
de sus obras dando a conocer, a través de su arte, el contorno de Cataluña.

Uno de sus poetas, J. V. Foix, visualizó este contorno con un caligrama que
representa, bajo el título de Poema de Catalunya, la figura geométrica y
emblemática de un triángulo en el que escribió sobre cada uno de sus lados
la leyenda: "Mar Mediterrani". Un pequeño país ensimismado en la larga
historia de su identidad y simultáneamente, abierto al mar por los tres
costados en un permanente anhelo de cruzar sus límites.

Triángulo adentro, en años desolados por la dictadura franquista, la cultura
catalana sobrevivía desde la resistencia de una sociedad civil que generó un
sorprendente caudal de iniciativas culturales y una memorable aventura
editorial tanto en lengua castellana como en catalán. Muchos almanaques más
tarde llegó la muerte del dictador, que abrió los postigos a la transición
democrática y al poco tiempo se reinstauraba el Gobierno de la Generalitat
de Cataluña, posteriormente presidido por un partido, reelegido una y otra
vez, que se manifestó desde su inicio como salvaguarda de reafirmación
nacional. En boca de su presidente declaran que ya no es tiempo de la
cultura como resistencia, sino de la política del "hecho diferencial
catalán". El baluarte de su política cultural: la lengua catalana.

En lugar de recuperar los valores vitales objetivos de una cultura como
tránsito de cohesión y comunicación, se estableció un flujo circunvalatorio
endógeno conducido por un pensamiento único y fiel a su propio espejo. Se
ignoró toda actitud crítica, cuando ésta es la vía acertada que nos
posibilita interpretar o intervenir en el nuevo orden del mundo para ser
verdaderos ciudadanos responsables de nuestra evolución, es decir, de
nuestra cultura.

Casi un cuarto de siglo más tarde, cuando aquellos jóvenes de la transición
aterrizábamos en la cincuentena, se consolidó en Cataluña una nueva escena
política sostenida por un trípode de partidos de izquierda que ofrecía las
condiciones, o así creímos, de un ensanchamiento de orientaciones, otras
formas de hacer política y gestionar la cultura en su diversidad y múltiples
artes. Había llegado el momento de repensar el binomio político-cultural en
Cataluña, asumiendo riesgos y contradicciones, dejando a un lado la retórica
de un complaciente y ritualizado discurso oficial, que se olvida de que las
cosas se pueden hacer de otra manera y de que es necesaria otra lógica de la
cultura. Unos nuevos puntos de vista alejados de un extenuado modelo de
dominio protector, de esquemas arcaizantes, y programador de la cultura
según su sueño político homologado.

Ante la negligencia de responsabilidades, falta de ambición y recursos en el
ámbito de la cultura en anteriores legislaturas, la Asociación de Artistas
Visuales de Cataluña, entre otras entidades culturales, trabajó desde su
ejecutiva por definir un proyecto de un organismo autónomo, que no autista,
como gestor y catalizador de la cultura con competencias decisorias. Unas
nuevas siglas en la cartografía de la cultura catalana: CCAC -Consejo de la
Cultura y de las Artes de Cataluña-. Los tres partidos de la izquierda que
configuran el presente Gobierno catalán se comprometieron desde sus
programas electorales, y en el posterior Pacto del Tinell, a dar prioridad y
llevar a cabo el proyecto del CCAC, como instrumento para garantizar la
participación y la autonomía del mundo de la cultura, con unas reglas de
juego rigurosas y transparentes.

La confianza debe ser recíproca y nadie ha de creer que el compromiso
público adquirido por el actual Gobierno de Cataluña sea un brindis al sol.
Hay que decir que el proyecto del CCAC no es la quimera de unos pocos. Hace
tres años que se constituyó una Plataforma para un Consejo de las Artes en
Cataluña, que está integrada por una veintena de entidades y asociaciones
que agrupan a miles de creadores y otras tantas empresas culturales. Meses
mas tarde, en junio 2004, la plataforma proponía un modelo del CCAC con la
aprobación de un documento que lleva el nombre de Acuerdo del castillo de
Sant Boi (se puede consultar en www.aavc.net). Al propio tiempo, el
Departamento de Cultura de la Generalitat, en sintonía con la plataforma,
nombraba un comisionado para redactar un estudio en el que se basaría la
futura ley del CCAC. El informe elaborado por el profesor Josep Maria
Bricall (consultable en www.culturagencat.net) se presentó hace poco más de
un año con el inequívoco deseo de dar respuesta a los interrogantes que
definen nuestro tiempo y servir a una cultura abierta a su diversidad, desde
adentro, desde su propio epicentro, la sociedad civil.

Estaba previsto y anunciado que se iniciarían con prontitud los trabajos
parlamentarios de redacción y aprobación de la ley del CCAC que delimitaría
la deseada separación entre la política cultural y los servicios públicos de
la cultura. Con la voluntad de transferir al CCAC la autogestión de sus
intenciones y perspectivas, sin ningún tipo de ingerencia política o
dirigismo partidista, rindiendo cuentas de su quehacer ante el propio
Parlamento de Cataluña.

El Departamento de Cultura de la Generalitat de Cataluña ha ido postergando
su compromiso y al Informe Bricall ha seguido una silenciosa dilatación en
el tiempo, una ausencia de pronunciamiento favorable a un verdadero CCAC, un
secretismo que excluye el diálogo con el ámbito de la cultura. ¿Cómo decidir
una ley sin la comparecencia de los propios afectados por la nueva
legislación?

Sería una lástima que el Gobierno tripartito catalán eludiera la ocasión de
reafirmarse, sin temores y con coraje democrático, a favor de una escena
alternativa y autónoma como catalizadora de la cultura. Esta nueva escena
cultural no se construye ex novo; otros países han realizado de una u otra
manera y con diversa fortuna la experiencia de un consejo de la cultura con
capacidad deliberativa y crítica, que atienda tanto a las precariedades como
a los potenciales creativos de sus territorios culturales.

En la presente sociedad del conocimiento, una reflexión sobre cómo adecuar
un consejo de cultura a la realidad y peculiaridades de Cataluña no puede
transcurrir de espaldas a la educación, sino en constante consenso desde la
escuela primaria a la universidad. Así mismo, hoy en día más que nunca, se
debe concienciar del valor esencial de la cultura científica ante las
incógnitas que se formulan en el debate público actual sobre la mayoría de
las cuestiones que de verdad importan a la comunidad en la que nos
encontramos. En este punto es pertinente transcribir unas palabras
escuchadas en la lección inaugural del presente curso en la Universidad
Pompeu Fabra de Barcelona: "Despreciar la base naturalista y evolutiva del
conocimiento científico contemporáneo equivale en última instancia, en las
condiciones actuales, a renunciar al sentido noble (griego, aristotélico) de
la política, definida como participación activa de la ciudadanía en los
asuntos de la polis socialmente organizada".

Y aquí estamos, expectantes ciudadanos ante el trajinar político en torno a
la identidad nacional y tras dos años de legislatura de izquierdas en
Cataluña, sin una asunción por parte del Gobierno de la Generalitat de una
resolución, razonada y racional, sobre el futuro del CCAC. Seguimos a la
espera de un cambio de las estructuras simbólicas con las que se han pensado
y legitimado los diferentes órdenes que configuran nuestra cultura. Seguimos
con la confianza en otra polaridad cultural que lleve a un organismo con
capacidad de profundizar en una nueva ética de la responsabilidad y en
nuestro compromiso humano con el presente. Para hacer posible, en fin, que
Cataluña se reconozca en la proyección de su eco, más allá del triángulo de
su contorno.

Frederic Amat es artista plástico.

miércoles, marzo 29, 2006

La consejera presentó el anteproyecto de ley que regulará el funcionamiento del organismo

Mieras afirma que crear el Consejo de las Artes no supondrá renunciar a la política cultural
La consejera presentó el anteproyecto de ley que regulará el funcionamiento del organismo

EL PAÍS - Barcelona
28-03-2006

La consejera de Cultura de la Generalitat, Caterina Mieras, presentó ayer ante los medios de comunicación las líneas generales del anteproyecto de Ley del Consejo de la Cultura y de las Artes que hoy explicará en el Consell Executiu. Mieras, que prevé que el trámite parlamentario pueda iniciarse a finales de abril o principios de mayo, defendió que la existencia de este consejo, cuyas funciones son básicamente asesoras aunque tendrá poder decisorio respecto al destino de las subvenciones a la creación, "no es una renuncia de la responsabilidad política cultural del Gobierno". En este sentido, insistió en que "todos los gobiernos deben tener su propia política cultural".

"El objetivo es que el consejo encuentre su propio espacio y que éste garantice las grandes líneas estratégicas de la cultura del país", indicó Mieras, que insistió en que este organismo no tiene precedente en Cataluña ni en España, por lo que "la elaboración de la ley no ha sido fácil, tampoco desde el punto de vista jurídico", lo que a su juicio justifica el retraso en su presentación. Se ha partido, indicó, del informe elaborado por Josep Maria Bricall, comisionado del Gobierno de la Generalitat para definir cómo debería ser este consejo, y a grandes líneas sigue sus recomendaciones. "Es un cambio importante en la política cultural, en la que habrá un antes y un después".

De momento se ha elaborado una ley marco muy amplia que Mieras confía en que pueda ser acordada por todos los grupos parlamentarios. El objetivo es que sea lo suficientemente general como para que cada gobierno pueda decidir darle más o menos competencias según sus políticas, a partir de los mínimos establecidos en la ley, y cuyo funcionamiento posterior se concretará mediante un decreto posterior. "Bricall mantuvo muchas reuniones tanto con representantes del sector como de los grupos políticos", indicó Mieras. "De todas formas, ahora se inicia el trámite parlamentario, por lo que, en el mejor de los casos, la ley puede estar aprobada a finales de año". Con todo

martes, marzo 28, 2006

EL MODELO CATALÁN DE CONSELL DE LES ARTS

La cultura es cosa de todos
Mieras ultima la ley que abre a la sociedad civil la gestión de la política cultural

La Vanguardia. 28/03/2006
JOSEP MASSOT
Barcelona

Será un consejo asesor con una parte decisoria". Así zanjó ayer la consellera Caterina Mieras el debate sobre si el futuro Consell de les Arts i de la Cultura sería un organismo decorativo o realmente ejecutivo. Será consultivo en la elaboración de las líneas estratégicas y decisorio en la concesión de ayudas a la creación (no a la industria, ni a la cohesión territorial...). Una fórmula mixta para dar entrada por primera vez a la sociedad civil en la definición y concreción de las políticas culturales. Finalizada la etapa en que el documento ha sido debatido con el sector, el Govern inicia hoy los trámites para enviar la ley al Parlament a finales de abril o principios de mayo. La intención es que pueda estar aprobada en diciembre y el Consell se constituya antes de que expire la legislatura.

¿QUÉ ES UN CONSELL DE LES ARTS? No hay antecedentes en España ni en países latinos. El modelo está inspirado en el Arts Council de Keynes (1946): un organismo no gubernamental constituido por prestigiosas personalidades independientes que deciden las ayudas al fomento de la cultura. La ley está incluida en el pacto del Tinell.

UN KEYNES CATALÁN. Pasqual Maragall encargó a Josep Maria Bricall el diseño del modelo catalán de Consell de les Arts. Bricall, tras mantener casi trescientas entrevistas con representantes de la cultura catalana, entregó hace ahora un año un texto de más de cuarenta páginas, en el que se esforzó por garantizar la transparencia y la independencia del Consell, tanto de los intereses del sector cultural como de la inercia centrípeta de la Administración. La Conselleria de Cultura lo ha transformado ahora en anteproyecto de ley.

COMPETENCIAS. El anteproyecto recorta un tanto el poder ejecutivo que Bricall había previsto: el Consell no "elaborará" el programa plurianual, sino que "colaborará" en el ordenamiento de la política cultural, participará en la definición del programa marco y velará por el desarrollo de la actividad cultural. El poder ejecutivo se centra en "decidir sobre el destino de los fondos de promoción y fomento a la creación artística y cultural de acuerdo con el programa marco del Govern" y a conceder los Premis Nacionals. Desaparecen otras potestades, como informar sobre los nombramientos de los centros culturales. La consellera Mieras argumenta que un gobierno no puede renunciar a desplegar una política cultural propia, refrendada por las urnas.

¿QUIÉNES LO FORMARÁN? El presidente del Consell será nombrado por el presidente de la Generalitat (el texto incorpora la corrección política: "pel/ per la president/ a de la Generalitat"); el vicepresidente, por el pleno, y el director, por la cnselleria. La comisión de ayudas, que será la que decida finalmente las subvenciones a partir de una lista elaborada por otra comisión de expertos, será paritaria -tres miembros del Consell, tres de la conselleria.

En caso de empate, el presidente del Consell tendrá voto de calidad. Este último punto había sido descartado por la conselleria y recuperado tras demanda del sector, representado por la plataforma de asociaciones culturales. El pleno constará de catorce miembros.

¿QUIÉN LOS NOMBRARÁ? El presidente de la Generalitat -oído el sector- presentará al Parlament una lista cerrada de catorce nombres (o salen todos o se vuelve a empezar), ya que la lista ha de estar compensada (edades, territorios, géneros artísticos...). Bricall había previsto tres miembros más propuestos por el Parlament, cifra que la conselleria había elevado a cinco. En el texto actual, tras la petición de la Plataforma, esta cuota parlamentaria ha desaparecido. Mieras ha renunciado, de momento, a exigir la paridad hombres-mujeres.

DINERO PÚBLICO, INTERESES PRIVADOS. Los legisladores quieren evitar tanto el dirigismo como el que se pueda dejar la gestión del dinero público a personas que pueden beneficiarse de las ayudas. Por eso establece un régimen estricto de incompatibilidades: cargos administrativos, políticos o asociativos y personas "con intereses en empresas o actividades que puedan afectar al ejercicio imparcial de sus funciones en el Consell". Un reglamento posterior detallará lo que se entiende por "intereses" y las condiciones específicas. El plazo máximo para redactar los estatutos es de seis meses, aunque la conselleria promete tenerlos antes.

PRESUPUESTO. ¿De cuánto dinero dispondrá el Consell? La consellera no lo cuantifica. Tendrá un fondo propio, surtido por los presupuestos de la Generalitat y aportaciones privadas, sujetas a los controles administrativos. No todas las ayudas a la creación serán cosa del Consell. Por ejemplo, ¿el dinero para Temporada Alta de Girona será competencia del Consell o se lo reservará en solitario la conselleria en concepto de cooperación local?

lunes, marzo 06, 2006

El Consell de les Arts, ara!

La Plataforma de la Cultura per a un Consell de les Arts, reunida a la seu del FAD de Barcelona el passat dimecres 22 de febrer de 2006, després d’una anàlisi i debat sobre l’estat actual del procés de constitució del Consell de les Arts, fa públiques les següents consideracions:

1. La crisi oberta a l’Institut Ramon Llull arran de la dimissió del seu director, Xavier Folch, posa un cop més en evidència la necessitat de dotar a la gestió pública de la cultura d’una autonomia i d’un sistema d’avaluació que la resguardi del dirigisme i les conjuntures polítiques. Aquest és, precisament, el principi rector del model de gestió pública de les arts conegut com a Arts Council, o Consell de les Arts.

2. El futur Consell de les Arts de Catalunya ha d’absorbir l’Institut Ramon Llull, doncs la projecció internacional de les arts i la cultura és un dels àmbits primordials d’actuació dels Arts Councils. No s’entén un veritable Consell de les Arts limitat als afers interiors, sense competències en la projecció exterior de la cultura catalana i la col·laboració internacional.


3. El calendari d’instauració del Consell de les Arts sofreix un retard considerable. Segons la nostra opinió, no ha hagut, ni hi ha cap motiu per posposar-lo o allargar-lo més. Ha transcorregut gairebé un any des de la presentació del “Document propositiu per a l’establiment d’un Consell de la Cultura i de les Arts” del comissionat Josep Maria Bricall, sense que s’avanci en l’agenda compromesa.

4. Des del mes de maig de l’any passat, quan des del Departament de Cultura se’ns va comunicar el nomenament d’Antoni Llevot (Delegat Territorial de Cultura a Lleida) com a mediador –en matèria del Consell de les Arts- entre la Conselleria i aquesta Plataforma, no s’ha produït cap mena de contacte entre les dues parts, tot i els nostres nombrosos intents per establir vies de diàleg.


5. Tenim constància oficiosa de l’existència de diversos documents o esborranys de la futura Llei del Consell de les Arts, per a la redacció dels quals no s’ha comptat, en cap moment, amb la participació o ni tan sols l’opinió de la Plataforma. És, per tant, paradoxal que la llei que haurà de regular la participació de la societat civil en la gestió de les polítiques culturals es faci sense la seva implicació i acord. No comprenem ni compartim la paràlisi i el secretisme que envolta aquest procés.

6. Pel que sabem, el model proposat no respon ni a les expectatives del sector, ni tant sols segueix les línies marcades per Josep Maria Bricall i situa el Consell com un simple organisme assessor amb minses competències executives i nombrosos sistemes de control polític.

Exposades aquestes consideracions, la Plataforma de la Cultura per a un Consell de les Arts es dirigeix públicament a la consellera de Cultura, al govern i al President de la Generalitat per manifestar que:

a) Reitera la seva absoluta disposició, interès i il·lusió en participar i col·laborar estretament i activa en el procés d’instauració del Consell de les Arts de Catalunya. No podria ser d’una altra manera donada, com ja s’ha dit, la naturalesa i intencionalitat del projecte que ens ocupa i que la Plataforma, constituïda expressament per aquest assumpte, té la representativitat del sector.

b) Urgeix al Departament de Cultura i a tots els grups parlamentaris a que, sense més dilacions, s’afrontin els treballs pendents a través d’una detallada agenda (llei, estatuts i reglaments) que no hauria d’allargar-se més enllà de l’estiu.



c) Reclama l’establiment d’un consens entre el Departament de Cultura, grups parlamentaris i aquesta Plataforma pel que fa a les funcions i competències del futur Consell de les Arts, sobre la base del nostre document “Acord del Castell de Sant Boi” i el document final del Comissionat Bricall.


Barcelona, 1 de març de 2006



Més informació i contacte amb els mitjans de comunicació:

Arnau Vilardebó: 607 780 402
Oscar Guayabero: 699 068 198
Florenci Guntín: 615 078 479